Hoy me he levantado con una sensación muy fuerte de agradecimiento, con muchas ganas de dar las gracias por el día tan bonito que amanecía, por la vida y por muchas cosas en plan empalagoso jiji. Pero sobre todo en especial, por unas palabras, una llamada y un correo que marcaron la diferencia ayer. Es alucinante como las cosas buenas traen como consecuencia más cosas buenas. Es la cadena de la bondad y la abundancia.

Mi día no comenzó muy bien. Me levanté cansada, desanimada y sin muchas ganas de nada. Me asaltaron las dudas de nuevo con mi trabajo y me sentía fatal porque ayer no me apetecía mucho ejercer de madre. No fui capaz de concentrarme muy bien ni de ser productiva durante la mañana.

Las palabras

A medio día, en un pequeño descanso me acerqué a David. No tengo un marido romántico, la verdad vaya por delante, pero en ese pequeño rato que estuvimos hablando me dijo que me admiraba como madre. Que no conocía a nadie con más paciencia y que aunque la perdiera a veces no importaba, porque era como una gota en un océano. Que había aprendido mucho de mí y no intentaba hacer las cosas con los peques a mi manera por agradarme, sino porque en el fondo pensaba que así eran mejor y más beneficiosas para ell@s.

Qué bonito escuchar esto cuando te sientes mala madre. Fue mi primer empujoncito del día y ya por la tarde que me tocaba trabajar, decidí mandar a tomar por saco pensamientos que no me ayudaban y seguir avanzando.

La llamada

Después de conseguir adelantar varios frentes llegó la llamada: Mis padres. Resulta que acababan de leer el artículo anterior de mi blog y me llamaban  para darme las gracias porque les había encantado. Me animaron a seguir, a que no lo dejara, porque creían de verdad que haría mucho bien a las personas que consiguiera alcanzar.

Pensarás: «Amor de padre y madre» no tiene mucho valor. Sé que puede sonar poco objetivo, los padres en general suelen apoyar a sus hij@s. Pero ellos no sabían nada de mi estado esa mañana, ni de mis pensamientos de: «¡Qué estoy haciendo, busca un trabajo «normal»!» Ellos me dijeron lo que necesitaba escuchar para seguir.

El correo

Pero la cosa no se quedó ahí. Esa mañana había enviado la grabación del último directo privado a una mujer que se había apuntado, y por la tarde me llegó un correo suyo diciendo lo siguiente:

«¡Hola Arantxa! ¡Gracias, gracias, gracias! Acabo de terminar de ver el vídeo de 1 mono 10 looks y ¡He flipado! Menuda currada te has pegado. Nos has ofrecido un contenido super interesante y encima gratis. Se me ocurren un montón de looks con mi mono negro. Volveré a ver el vídeo para hacer anotaciones y poder practicar con las prendas que tengo en el armario que siendo muchas, nunca encuentro qué ponerme. Te agradezco sinceramente el regalo que nos has hecho de forma desinteresada, demuestras una gran generosidad, solidaridad y empatía con todas nosotras. Intentaré conectarme la próxima vez para poder verte en directo y disfrutar un ratito de lo que nos quieras contar que seguro, será muy enriquecedor. Gracias mil de nuevo, un abrazo.»

¡Wow! Leer esto en un día como ayer fue el remate. No sé si te pasa, pero yo tengo días que me siento muy cuidada. Siempre que me han asaltado dudas fuertes sobre mi trabajo, siempre siempre me ha llegado un mensaje, un correo, un privado o un audio que me animaban a seguir, a no desfallecer.

No somos del todo conscientes del bien que pueden hacer unas palabras de agradecimiento en el día a día de las demás  personas. Tenemos la capacidad de inducir confianza, ánimo, esperanza, determinación, fuerza e ilusión con un simple “gracias” (y explayándote un poquito más claro jiji).

Gracias

Gracias de corazón por los regalos que me hicieron ayer. Y hoy quiero dar gracias especialmente por ti . Sí, tú, la que que me estás leyendo ahora mismo. Doy gracias por tu existencia, por ser quién eres y no otra, doy gracias por tu historia, por las veces que has caído y por las que te has levantado. Y doy gracias por todas las cosas buenas que tienes para aportar como madre, pero sobre todo como mujer. El mundo necesita de ti, de tu bondad y tu manera especial de ser.

Un abrazo de purpurina.